¡Proletarios de todos los países, uníos!

DESARROLLEMOS LA GUERRA DE GUERRILLAS

Comité Central
Partido Comunista del Perú
1982

DESARROLLEMOS LA GUERRA DE GUERRILLAS

“Quien no teme morir cortado en mil pedazos, se atreve a desmontar al emperador”

I. LA LUCHA ARMADA ARDE VICTORIOSA

EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERU, la vanguardia organizada del proletariado que fundara Mariátegui, reconstituido en dura brega de más de quince años como Partido de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta, asumiendo su papel histórico e indeclinable de combatir por el Poder para la clase y el pueblo, en mayo del 80 encendió las invencibles y crecientes llamas de la lucha armada, de la guerra de guerrillas en nuestra patria; lucha entroncada y enraizada más y más cada día con la lucha de clases que en nuestro suelo, más pronto que tarde se convertirá en rugiente huracán armado que arrasando el viejo y podrido orden imperante hará surgir una patria realmente libre, soberana y de bienestar para los millones de explotados y oprimidos.

En veintiún meses el Partido ha iniciado y desarrolla pujante el único camino de nuestra emancipación popular y nacional: la lucha armada, la guerra de guerrillas que arde victoriosa en dos mil novecientas acciones que remecen toda nuestra geografía, todos los departamentos del país con excepción de sólo cuatro; que remueven selva, costa y sierra principalmente ésta; que estremecen ciudad y campo especialmente éste y a cuya lucha sirve la primera. Y es así, pues sierra y campo son el sustento poderoso y natural de toda guerra revolucionaria posible en el país y la nuestra, siéndolo, no es sino una guerra campesina dirigida por el Partido que haciendo del campo bastión armado de la revolución, concretando en bases de apoyo, en bases del Nuevo Estado de obreros y campesinos, aisle a la reacción y a su amo imperialista en las ciudades, donde el proletariado y las masas populares, quemándoles las plantas de sus zarpas ensangrentadas principalmente con acciones armadas y en función de la lucha en el campo, centro mismo de la tormenta, preparen condiciones para el asalto final de las ciudades y el derrumbe total, completo y cabal del orden reaccionario y del ejército que lo sustenta. Este es el único camino revolucionario y ya está abierto y por él ya transitan y transitarán más y más el proletariado y las masas, nuestro pueblo para emanciparse armadamente a sí mismo, pues, “El pueblo y sólo el pueblo, es la fuerza motriz que hace la historia mundial”. ¡Dos mil novecientas acciones! Acciones que iniciadas con el boicot a las elecciones generales de 1980, concretado en Chuschi y multitud de lugares, golpean con agitación y propaganda armada mediante toma de emisoras radiales, volantes, afiches y acción directa que siembran zozobra en los reaccionarios y exaltan el entusiasmo popular con nuestras consignas de “Lucha Armada”, “Gobierno de obreros y campesinos”, “Abajo el gobierno reaccionario”, y le hacen ver un nuevo mundo por ganar a través de las hoces y martillos que iluminan los cerros y las inmarcesibles banderas rojas que señoreando cumbres proclaman “la rebelión se justifica”.

Acciones que se plasman en movilizaciones armadas que enardecen campesinos, enseñan al pueblo y alarman a la reacción, como en Miraflores y San Isidro. Sabotajes que golpean y socavan el sistema económico y social de explotación imperante, derrumbando torres de microondas y de energía eléctrica que generan apagones en amplias regiones como las del centro y norte del país, incluida la propia capital; incendios de ENCI en Huacho, San Martín de Porras, Fiat, Toyota, Indú-Hogar en Lima y cañaverales del norte, reiterada acción contra bancos en todo el país y empresas reaccionarias como Bata, Hartinger, Centromín, etc., así como a connotados colegios elitistas y aristocratizantes, expresión concentrada y humillante de educación furiosamente reaccionaria y extranjerizante.

Acciones contundentes que remecen las bases semifeudales del Estado, descargando el peso de la acción reivindicadora armada contra gamonales de nuevo y viejo cuño como en Airabamba, Aisarca, Urpihuata, Palermo, Toxama y Pincos, entre otras, verdadera alegría campesina que ve renacer vibrante su esperanza y combatividad nunca desfallecidas; a las que se agregan las muy importantes tomas de pueblo entre ellas, Acosvinchos, Vinchos, Cayara, Pomatambo y Occroro que remueven intensa y profundamente el campo impulsando la incorporación de las masas a la lucha armada.

Acciones macizas que apuntan directamente contra el imperialismo yanqui, principal dominador imperialista aquí en nuestro suelo, como los golpes a la Southern en el sur del país, la serie de acciones contra empresas yanquis ligadas a ellas en la propia capital y muy especialmente la resonante acción contra la Embajada y residencia de los Estados Unidos y la simbólica voladura del busto de Kennedy, en Miraflores. Así como también los golpes dados en la Embajada china, siniestra guarida del revisionista Teng y sus secuaces, notorio cómplice y compinche yanqui y gran traidor del movimiento comunista internacional y del marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente.

Y las vitales y trascendentes acciones directas contra el Estado, sus aparatos y fuerzas represivas, en especial sus fuerzas policiales. Multitud de acciones contra juzgados, gobernaciones, jefaturas de trabajo, oficinas de contribuciones, registros electorales, municipios, ministerios, gran número de locales de Acción Popular en todo el país, incluida su propia sede central en Lima; y hasta el mismo Parlamento Nacional; y a locales de la GC, GR y PIP a lo ancho y largo del territorio patrio; así como la escarmentadora acción contra connotados agentes represivos como en Arequipa y Huaraz, entre otros y contra prepotentes gamonales y gamonalillos, todos ellos conocidos enemigos del pueblo y masacradores de combatientes; sobre todo los muy importantes y audaces asaltos a puestos policiales y puntos de vigilancia como los de Ocobamba, Luricocha, La Ramada, Quinua, Tápuc, Yauli, Tambo, Quicapata, Totos, Yanahorco, Acchi y en Puno y Tacna, cuya capacidad se expresa altamente en el asalto reciente a San José de Secce; asimismo el desarme de policías en Lima y Ayacucho, especialmente, y la importante incursión en la Base Aeronaval del Callao que vanamente han pretendido ocultar. Acciones todas que golpean contundentemente a las fuerzas reaccionarias, en su propio contingente de personas que como carne de cañón son utilizadas para intereses que no son precisamente los suyos; acciones que nos permiten arrancar armas al enemigo, fuente principal de nuestro propio armamento y, lo que es fundamental, asestar duros golpes a la propia moral de los aparatos estatales reaccionarios y su contingente.

Y la brillante y exitosa aplicación de la política de fuga cuya expresión concentrada es el asalto a la Cárcel Pública de Ayacucho, ejecutado el 2 de marzo; acción heroica que marcando un hito histórico en nuestra lucha armada y en los anales de la revolución peruana, arrancó a nuestros camaradas y combatientes de las mazmorras del reaccionario Estado del Perú. Así nuestra guerra de guerrillas, con la audacia, el esfuerzo y la sangre de los soldados del pueblo se ha fortalecido y conquistado un gran salto en su desarrollo. Pero tal como celebramos esta innegable victoria protestamos, denunciamos y condenamos un execrable asesinato, la masacre de tres de nuestros aguerridos camaradas a quienes las fuerzas policiales, en su rabiosa derrota y en su siniestro odio, asesinaron cobarde, abyecta y miserablemente en el Hospital Regional de esa ciudad; así como pretendieron ultimar a otros dos hijos del pueblo a quienes otros enfermos y trabajadores del nosocomio salvaron arrancándolos de las garras de los esbirros; los cinco se encontraban convaleciendo en ese hospital bajo custodia policial. ¡El pueblo no dejará impune tan execrable asesinato! Somos combatientes y sabemos que la lucha armada demanda su cuota de sangre; y, lo prueban los hechos, ofrendamos nuestras vidas como nos enseñan el pueblo y el proletariado y como la revolución lo exige. Pero en nuestra guerra revolucionaria aplicamos y aplicaremos una política de prisioneros y lucha cual corresponde a las leyes de la guerra; y si tal hacemos tal exigimos, así las torturas, las violaciones, los crímenes y asesinatos contra los hijos del pueblo y especialmente contra nuestros combatientes los sancionaremos como corresponde a la justicia popular y nosotros, sus soldados, seremos sus ejecutores y sabremos cumplirla por más años que pasen entre el crimen y la justa acción que impondremos. La reacción peruana y su Gobierno encabezado por Belaúnde y su pandilla, a través de sus fuerzas policiales, ha montado un nuevo operativo en nuestra contra; sólo diremos, basándonos en nuestra guerra justa y revolucionaria, que este operativo también fracasará como los anteriores. Y, finalmente, diremos que el demagogo Belaúnde ha recibido ya directamente nuestra respuesta; a dinamitazos hemos remecido su “Palacio de Gobierno”, el día 10 de marzo; que vaya sintiendo la voz del pueblo armado.

Son dos mil novecientas acciones que prueban palmariamente la combatividad y belicosidad de nuestra naciente fuerza armada revolucionaria, armada con el marxismo-leninismo-maoísmo y dirigida absolutamente por el Partido. Acción armada que se desenvuelve en campo y ciudad; principalmente en el primero; lucha armada que asume diversas formas de acción pero cuyo eje es la acción guerrillera, la guerra de guerrillas a la cual las demás sirven. Acción armada que se sustenta y apoya en la lucha de clases de nuestro pueblo, que vive sólo de las energías inagotables que el propio pueblo le da, especialmente obreros y campesinos.

Acción armada exitosa, creciente y de brillante perspectiva que hasta hoy nos ha dado cuatro grandes conquistas;

La primera es el temple del Partido; dirigentes, cuadros, militantes y combatientes juntos en la brega, se forjan en el único definitivo crisol revolucionario: la lucha armada. Pero si ya ésta es una grandiosa conquista, se le suman otras de palpable y comprensible trascendencia; formación y construcción de una fuerza armada dirigida por el Partido que insurge en las llamas vivificantes de la guerra de guerrillas como el instrumento principal para el cumplimiento de las tareas políticas que la revolución peruana, bajo dirección proletaria ha establecido, fuerza armada que se desarrollará como columna del Nuevo Estado de obreros y campesinos. Una tercera conquista es la cantidad grande y la calidad cada vez más alta que nuestras acciones armadas alcanzan; acciones que expresan un carácter masivo en su número y la capacidad de los hijos del pueblo para cumplirlas y una creciente calidad plasmada en la mayor elevación que logran. Y, finalmente, una cuarta conquista que por su trascendencia es principal: surgimiento y desarrollo de zonas guerrilleras, cuya importancia está en que son los ámbitos en que, a través de la pujanza y creciente marea armada de la guerra de guerrillas, hemos de levantar nuestras futuras bases de apoyo, los bastiones avanzados y revolucionarios establecidos por el pensamiento militar del Presidente Mao Tsetung, base que son la esencia misma del camino de cercar las ciudades desde el campo, la esencia misma de la guerra popular.

Por todo esto, decimos a nuestra clase, al proletariado, y al pueblo de nuestra patria, a nuestro indomable campesinado en especial que LA LUCHA ARMADA ARDE VICTORIOSA; y, que a través de sus iniciales incendios, que avizoran la gran hoguera por venir, las masas mismas asumen su propio destino en sus invictas, creadoras y seguras manos, generadoras de toda la historia y de toda revolución.

II. LA ACCION CONTRARREVOLUCIONARIA ATIZA NUESTRA LUCHA

¿Y cuál ha sido la respuesta reaccionaria? ¿Cuál ha sido la acción del Gobierno autodenominado democrático y autoproclamado respetuoso del orden constitucional y de los consagrados derechos humanos? Como responde a su carácter y lógica reaccionarios, desde el comienzo mismo ha lanzado sobre nosotros, militantes y combatientes revolucionarios, la persecución y la represión, la tortura, la cárcel y la muerte. El gobierno de Belaúnde, falso demócrata e hipócrita demagogo, ha lanzado sus fuerzas represivas, principalmente policiales, para ahogar en sangre nuestra naciente revolución armada.

Atropellando los más elementales derechos universalmente reconocidos y establecidos en la cacareada Constitución del 79, el reaccionario gobierno belaundista y sus llamadas fuerzas del orden brutalmente han allanado y saqueado cuanto domicilio han querido; han perseguido, apresado y encarcelado a quienes la prepotencia y el abuso ha señalado; han incendiado, robado, violado y asesinado impunemente a hijos del pueblo según sus más bajos instintos; han cebado sus negros afanes reaccionarios golpeando furiosamente a las masas principalmente campesinas, pretendiendo neciamente amedrentarlas y apartarlas de la lucha armada; han generalizado la tortura buscando quebrantar las voluntades y arrancar falsas confesiones, humillando sucia y protervamente para doblegar la moral revolucionaria y aniquilar luchadores; han desarrollado la violación como medio infame, abyecto y vejatorio de someter y empañar el límpido, decidido y firme espíritu de hijas del pueblo; han negado todo derecho y garantía a los presos, montando en su contra una constante persecución incluso tras las rejas de sus inmundas mazmorras y han extendido el hostigamiento y represión hasta sus familiares. Así la persecución y represión de la acción armada y del pueblo se desarrolla como una farsa de falaz respeto de los derechos más elementales y un real y siniestro plan de sometimiento popular por la violencia contrarrevolucionaria; pero todo esto no da los negros fines esperados, pues los hijos del pueblo, de la clase y del Partido se yerguen victoriosos y firmes en sus trincheras de combate, cualquiera sea el lugar donde se encuentren.

El nefasto gobierno belaundista, además, ha apelado a la legislación promulgando el D.L. Nº 046, verdadera ley terrorista que enarbola como garrote contra la acción armada y el pueblo; esta cavernaria disposición viola los más elementales principios del propio derecho penal burgués y establece desorbitadas sanciones, y si no establece la pena de muerte, que afanosa y arteramente busca hoy, es porque la actual constitución la prohíbe y aún no encuentra condiciones para modificarla. Y toda la reacción, especialmente sus ganapanes y plumíferos, en nombre del llamado “orden” y “paz social” claman por la “drástica aplicación de la ley”. Así, el denominado autónomo Poder Judicial ha puesto en marcha su siniestro tinglado opresor de leyes, jueces, procesos y cárceles; y utilizando pruebas fraguadas, festinando trámites, torciendo leyes y vendiendo principios que dicen salvaguardar, ha comenzado a descargar su podrido garrote sobre hijos de las masas imponiéndoles monstruosas sanciones que hasta algunos reaccionarios han criticado por burdas y contraproducentes. La ciega y sorda justicia reaccionaria se ha puesto en movimiento, como tenía que ser, en defensa del caduco orden explotador y opresivo; pero al hacerlo, no podía ser de otro modo, muestra más a fondo su esencia contrarrevolucionaria poniendo más en evidencia las negras entrañas del sistema legal y del sacrosanto Poder Judicial. Pero el viejo degüello legal tampoco doblegará a los hijos del pueblo que ya lo desafían erguidos en la revolución.

Pero a más de persecución y represión, tortura y cárcel, garrote legal y maquinaria judicial y de la acción de sus sabuesos policiales de seguridad e inteligencia, algunos de cuyos esbirros el pueblo tiene y tendrá muy presentes, el gobierno ha montado operativos policiales independientes y conjuntos de sus fuerzas policiales GC, GR y PIP y sus correspondientes cuerpos antisubversivos sinchis y Dircote en particular. Han montado dos operativos mayores hasta hoy: en enero del 81 el primero y el segundo, el de mayor magnitud e importancia, en octubre del mismo año, estableciendo el estado de emergencia en cinco provincias del departamento de Ayacucho a fin de darle más capacidad de acción y amplia impunidad, contando además con el apoyo y asesoría de las fuerzas armadas.

¿Cuál ha sido el resultado del propagandizado operativo de octubre? El más rotundo fracaso; hasta fue silenciosamente concluido, sin pena ni gloria y sin que ni siquiera se presentara el más simple informe público que diera cuenta de los resultados de la vasta movilización policial que, obviamente, ha implicado ingentes gastos.

Que el bautizado “operativo definitivo” fue un parto de los montes y más ruido que nueces se prueba fácilmente, pues fracasó en sus fácilmente comprensibles objetivos: erradicar la acción armada, destruir las organizaciones armadas populares y aniquilar el Partido en la región afectada; y que nada de esto lograron fluye fehaciente de recordar que el 10 de diciembre, dentro del propio estado de emergencia y operativo que aún no había concluido, se produjo el asalto al puesto policial de Totos y otras acciones que inmediatamente siguieron en la región ayacuchana y que remató con la resonante acción de San José de Secce.

¿Qué mostró el operativo antisubversivo? Simple y llanamente que las masas rechazan y resisten la agresión; que la brutalidad, prepotencia y violencia reaccionarias no las amilana sino que, más bien, incitan su justa ira de clase enfrentándose incluso con manos desarmadas a los agresores armados y amparados por todo el armatoste estatal. Muestra que el pueblo apoya y protege la lucha armada, la guerra de guerrillas, que la sustenta y defiende con sus propias vidas y que su entendimiento, corazón y voluntad está porque las guerrillas avancen pues sirven a su liberación. Los operativos policiales y toda la acción represiva sólo comprueban que el combate fortalece y desarrolla, y que si pagamos con esfuerzo, sufrimientos y sangre esto no es más que la cuota correspondiente a habernos levantado en armas, justa y necesaria rebelión por la clase y el pueblo. Se comprueba que en la propia acción armada aprendemos a combatir y que avanzamos y avanzaremos más, cuando más y mejor sigamos la dirección del Partido cuya justa y correcta línea ideológica y política se expresa y plasma en hechos irrebatibles, como los que jalonan veintiún meses de pujante lucha revolucionaria armada.

¿Y cuál es la esencia política y militar del gobierno ante las guerrillas? Es combatirlas como “terrorismo”; pero en esto la reacción peruana, su Estado y su gobierno belaundista no hacen sino seguir el patrón establecido por su amo imperialista yanqui para combatir la lucha armada. Es de todos conocido que Reagan, presidente de EE.UU., Haig, su secretario de relaciones exteriores y sus secuaces tildan de “terrorismo” a las guerras revolucionarias que hoy se libran en el mundo; con esto pretenden desprestigiar la acción armada traficando con el justo rechazo de las masas al viejo terrorismo individualista, anarquista e inconducente que los clásicos del marxismo condenaran; pretenden aglutinar en nombre de la supuesta defensa de la vida, la propiedad y la llamada “paz social”, soñando poner así a las masas de su lado o por lo menos neutralizarlas.

De este modo llamar “terrorismo” a la lucha armada no es sino una demagógica y reaccionaria posición del imperialismo yanqui; la enarbola para oponerse a la revolución armada, buscando cubrirla con un manto de desprestigio mientras monta la más sanguinaria represión y genocidio. Además, usa esta podrida maniobra para contender por la hegemonía mundial con el socialimperialismo ruso; pretende ligar la acción revolucionaria, a través del supuesto “terrorismo”, a la superpotencia socialimperialista, así también quiere desprestigiar la revolución, pues ésta no puede estar unida, en modo alguno, al más siniestro centro del revisionismo contemporáneo que ha hecho de la patria de Lenin y Stalin la actual superpotencia hegemonista de hoy.

Como es lógico, la reacción peruana, su gobierno belaundista y sus plumíferos, no hacen sino aplicar a rajatabla la orden y guía de su amo imperialista. Pero no son sólo ellos quienes condenan como “terrorismo” nuestra lucha armada, sino que también a este carro se acoplan los oportunistas que mangonea el encallecido revisionista Jorge del Prado y su camarilla, obsecuente seguidor del garrote imperial de Breznev, amo del revisionismo ruso y gran titiritero del revisionismo a nivel mundial; y es natural que estos enemigos de la revolución actúen así, pues no pueden cruzarse de brazos ante el socavamiento de su caduco cabalgar sobre las masas, como viejos vendeobreros al servicio de la colusión y pugna del socialimperialismo con el imperialismo yanqui. Mas también al mismo coro se une “Patria Roja” que furiosamente llama a la autoproclamada izquierda a desatar una guerra santa contra el supuesto “terrorismo”, clamando, en una nefasta distribución de funciones, por asumir la lucha ideológico-política contra el “terrorismo” mientras el gobierno asume la lucha represiva completa y total; los ayer “enemigos” de Teng Siao-ping y hoy sus adoradores, no pueden menos que atacarnos por combatir al socio imperialista yanqui de su nuevo amo y, más aún, por aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo que ellos ayer invocaron y hoy reniegan. Sin embargo, a la misma comparsa se unen otros todavía encandilados con lo que llamaron “apertura democrática” y “perspectiva parlamentaria”, quienes no obstante que la realidad está haciendo trizas sus sueños siguen delirando con el cretinismo parlamentario y soñando despiertos con las elecciones del 85.

Pero al fin y al cabo, unos y otros que sumados parecen muchos, no son sino representantes de una capa superficial que flota sobre el mar profundo que son las masas populares de nuestra patria. Y recordemos que para el marxismo sólo hay una táctica en cuanto a masas se refiere: diferenciar las inmensas y profundas masas que ascienden desde el fondo, de esa sucia y podrida nata que flota al vaivén de las olas sirviendo de frágil sustento al burocratismo gremial y a falsos partidos proletarios y realmente “partidos obreros burgueses”, y que esta única táctica impone adoctrinar a las masas, teórica y prácticamente, en la violencia revolucionaria y en la consecuente, indesmayable y firme lucha contra el oportunismo.

A unos y otros, a quienes pretendiéndose marxistas y combatientes revolucionarios, ya sea que encabecen, transiten o se aproximen al engendro imperialista de llamar “terrorismo” a la lucha armada que insurge de las entrañas mismas de la lucha de clases de nuestro pueblo, les transcribimos los siguiente párrafos del gran Lenin:

“¡Así, pues, las cosas van, a pesar de todo adelante! El armamento de las masas a pesar de las increíbles e indescriptibles dificultades, hace progresos. El terror individual, este engendro de la debilidad de los intelectuales se aleja al pasado… comienzan las acciones militares juntamente con el pueblo. He aquí que resulta cuando los pioneros de la lucha armada se funden con la masa no de palabra, sino con los hechos, se colocan al frente de los grupos de combate y de los destacamentos del proletariado, educan en el hierro y en el fuego de la guerra civil a decenas de jefes populares, que mañana, en el día de la insurrección obrera sabrán ayudar con su experiencia y con su valor heroico a millares y decenas de millares de obreros…”

“¡Vivan los iniciadores del ejército popular revolucionario!”

“Esto no es ya un complot contra un personaje cualquiera odiado, no es un acto de venganza, no es una salida provocada por la desesperación, no es un simple acto de “amedrentamiento”, no; esto es el comienzo, bien meditado y preparado, calculado desde el punto de vista de la correlación de fuerzas, es el comienzo de las acciones de los destacamentos del ejército revolucionario…”

“Afortunadamente, han pasado los tiempos en que por falta de un pueblo revolucionario “hacían” la revolución terroristas revolucionarios aislados. La bomba ha dejado de ser arma del “petardista” individual y ha pasado a ser elemento necesario del armamento del pueblo…”

“Fuimos de experiencia en experiencia, intentamos crear un ejército revolucionario, marchando a ciegas, a tientas, buscando los caminos para solucionar la tarea en aquella situación concreta. Y la tarea era clara”.

“En el presente estamos muy alejados todavía de habernos librado de estas dificultades. Al principio las veíamos de un modo completamente abstracto, como revolucionarios que hacen discursos pero que ignoran totalmente cómo abordar los problemas. Como es natural muchísimas personas nos acusaban, y todos los socialistas y socialdemócratas siguen acusándonos, todavía hoy, de haber puesto mano en estos asuntos, sin saber cómo llevarlos hasta el final. Pero éstas no pasan de ser ridículas acusaciones de cadáveres vivientes. ¡Como si fuese posible lanzarse a hacer la más grande de las revoluciones sabiendo de antemano cómo llevarla hasta el final! ¡Y como si estos conocimientos pudieran aprenderse en los libros! No, nuestras decisiones sólo podrían brotar de la experiencia de las masas”.

En conclusión, mientras la lucha armada iniciada se desarrolla como ardorosa guerra de guerrillas de brillante perspectiva, la contrarrevolución siguiendo su lógica reaccionaria nos combate y ataca y hay quienes sirviendo a lejanos amos revisionistas se suman al coro, a la vez que otros transitan en igual rumbo o se acercan al mismo camino. Y en tanto que el pueblo nos sustenta y anima, fortaleciendo más nuestras fuerzas, hay quienes quieren ocultar y aplacar nuestra acción revolucionaria bajo el podrido manto de “terrorismo” siendo que somos la revolución armada en marcha; hay quienes nos llaman “sendero tenebroso” mientras pretende perpetuar las sombras que ya retroceden ante nuestra luminosa acción guiada por el marxismo-leninismo-maoísmo; hay quien nos llama “antipatriotas” mientras él mismo sigue vendiendo la patria al imperialismo; hay quienes nos llaman “infantiles” sin prueba alguna y hasta sin ver, si fuera el caso, que la lucha auténtica por la clase y el pueblo enseña y madura mientras que la senilidad oportunista pudre y es mal que se contagia sin respetar edades; hay quienes nos tildan de “provocadores” sin reparar en su ceguera que son persistentes provocadores de la justa ira popular por ser impenitentes promotores frustrados de la capitulación popular; y, en fin, hay quienes nos llaman “aventureros” sin reparar en su necedad política que ellos mismos son viejos tahures politiqueros y politicastros arribistas profesionales. Sin embargo, en una cosa sí tienen total y completa razón: no somos adoradores de cretinismo parlamentario ni encallecidos peregrinos del oportunismo electorero. Somos simple y llanamente marxista-leninista-maoístas.

El Presidente Mao Tsetung nos ha enseñado: “Es bueno si el enemigo nos ataca, eso prueba que hemos trazado una clara línea de demarcación entre el enemigo y nosotros. Es mejor aún si el enemigo nos ataca y nos pinta carente de toda virtud y no tener nada bueno; eso demuestra que no sólo hemos establecido una clara línea divisoria entre el enemigo y nosotros sino que hemos alcanzado grandes logros en nuestra tarea”.

Por todo lo dicho afirmamos rotundamente LA ACCION CONTRARREVOLUCIONARIA ATIZA NUESTRA LUCHA.

III. SE ACENTUA LA CRISIS DEL ORDEN REACCIONARIO Y EL PUEBLO CLAMA POR LA REVOLUCION ARMADA

¿Cuál es la situación actual de la reacción? El anterior gobierno militar de los doce años asumió el poder con dos tareas a cumplir:

  1. Profundizar el capitalismo burocrático; y,
  2. Reorganizar la sociedad peruana.

Para cumplir la primera tomó como palanca principal la función económica estatal; para el cumplimiento de la segunda se guió por una concepción política fascista e impulsó la reorganización corporativista de la sociedad. En su primera parte avanzó en la consecución de sus objetivos pero la crisis económica que él mismo generara y, en especial, la persistente lucha de las masas populares, obligaron al gobierno militar al replanteamiento de sus objetivos concretándose un reajuste general para, posteriormente, pasar a la reestructuración corporativa tendiente a constitucionalizar sus resultados, como desde el inicio de su gestión se fijara y, además, proceder a una futura entrega del mando estatal. Sin embargo, el agravamiento de la crisis económica y la intensificación de la lucha de clases truncaron en definitiva sus fines y la nueva Constitución, que implica la tercera reestructuración del Estado peruano en lo que va del presente siglo, no logró plasmar, la corporativización de la sociedad peruana; sólo permitió el fortalecimiento del Poder Ejecutivo en detrimento del Parlamento y la mayor participación de las Fuerzas Armadas en el manejo del Estado. Como corolario de la gestión militar se cumplieron dos procesos electorales, el de la Asamblea Constituyente y las elecciones generales del 80, en ambos se expresó un creciente ausentismo, muestra de la tendencia, común a América Latina, de no esperar nada de las elecciones ni de los gobiernos de turno.

En estas condiciones Belaúnde asumió el gobierno y hoy, a más de año y medio del comienzo de su mandato, la crisis económica se mantiene y la tan ansiada reactivación de la producción no se avista ni a lo lejos; una persistente y creciente inflación sigue azotando la marcha económica y los déficit presupuestales, la base directa misma de la acción estatal, aumentan desenfrenadamente amenazando gravemente la cada día más maltrecha economía peruana. El dominio imperialista hunde más sus zarpas en nuestra patria apoderándose cada vez más de nuestros recursos naturales muy especialmente el petróleo, extiende sus garras hasta las propias entrañas campesinas y amplía más su control sobre el comercio y finanzas del país. El proceso de la llamada “reforma agraria” ha sido concluido, dando por terminado y resuelto el problema de la tierra, a lo cual también hacen coro los oportunistas electoreros; pretenden vender al campesinado el engendro de “fomento agropecuario”, a la vez que propugnan la evolución de la “propiedad asociativa” y amparan el retorno de gamonales para impulsar el capitalismo burocrático en el agro, bajo control de los grandes banqueros y directa participación del imperialismo yanqui. El proletariado y los trabajadores soportan la persistente desocupación y la reducción real de sus salarios y sueldos, las condiciones de trabajo se agravan y sus conquistas son negadas o amenazadas cada día, así el derecho a huelga; la pequeña burguesía soporta creciente pauperización, particularmente la intelectualidad se ve más frustrada y el pueblo en general se enfrenta al hambre más apremiante, al que pretende aherrojarlo más aún el nuevo gobierno reaccionario. La burguesía nacional, el capital medio ve crecer las restricciones sobre sus empresas y negocios, sufriendo también las consecuencias del socavamiento de la industria nacional que el régimen intensifica. Mientras en el propio seno de la gran burguesía se libra aguda contienda entre las facciones burocrática y compradora, incluso dentro de cada facción por quién se beneficia más.

En síntesis, guiándose por la orientación de desarrollar como motor del proceso económico el gran capital monopolista principalmente yanqui, el actual gobierno apunta a evolucionar más la subyugante estructura semifeudal que sigue señoreando el campo en beneficio directo de terratenientes de viejo y nuevo cuño y de campesinos ricos de viejo tipo; el gobierno actual socava la elemental estructura industrial del país en función de orientarla más aún a la producción extractiva principalmente minera y petrolera; y mientras traspasa y busca poner en subasta las empresas estatales, que concentrara en manos del Estado el gobierno anterior, echando sobre las espaldas del pueblo una gran carga como agobiante deuda pública, hoy se las prepara como suculenta ofrenda a las fauces insaciables del gran capital especialmente imperialista. El actual gobierno reaccionario cuya cabeza y principal y primer responsable es Belaúnde, se afana presuroso y servil como ninguno a desarrollar más el capitalismo burocrático en el país (capitalismo de gran capital monopolista, enfeudado a los terratenientes y sometido al imperialismo), en beneficio principalmente del gran capital monopolista, en especial del gran capital banquero y financiero bajo la asfixiante y cada día mayor expansión del imperialismo norteamericano. Pero si bien éste es el esquema y lineamientos que el gobierno sigue, la propia intrincada contienda de intereses entre explotadores, la crisis persistente y agravada y, más aún, la lucha de clases que se polariza cada día, no permiten al gobierno superar las dificultades presentes, cuestión indispensable para poder estructurar un plan coherente basado en un claro y definido programa como reclama a gritos el propio ordenamiento de la explotación imperante.

En el plano político el gobierno sigue enfrentándose a la compleja y enmarañada coyuntura de lucha de clases que generan la puesta en marcha de una nueva constitución, la consolidación de una burocracia que sea totalmente adicta y el reagrupamiento de fuerzas políticas reaccionarias puestas en hibernización durante doce años y, lo principal, sofrenar a masas hundidas largos años en una crisis agobiante que impulsa nuevamente el desarrollo de su acción por sus propios e indeclinables intereses, más aún una masa aleccionada duramente por un largo gobierno demagógico que fungiendo de “revolucionario” y con ayuda, ¡cuándo no!, de los oportunistas de siempre, vio burladas sus más elementales necesidades. Todo esto complica ya suficientemente la situación política para el manejo revolucionario; sin embargo, la realidad se agudiza más cuando, en año y medio, ha quedado palmariamente clara para el pueblo la caducidad del orden demoburgués, toda la hipócrita invocación de derechos y libertades y su brutal negación real. Lo obsoleto del parlamentarismo, institución que se desenvuelve como un tonel vacío cuesta abajo, que se hunde en hueca y estéril retórica de ungidos “padres de la patria” mientras declina sus esenciales funciones legislativas ante la invasión insolente de jurisdicción perpetrada por el Ejecutivo. Un llamado Poder Judicial anquilosado que exangüe y sólo por inercia sobrelleva su función bajo montañas de procesos pendientes, prevaricación, sometimiento servil a cualquier autoridad prepotente y constante violación de los propios principios sustanciales del derecho reaccionario; todo en contra, como siempre, del pueblo y que hoy especialmente se ceba con los combatientes revolucionarios. Y un también llamado Poder Electoral autónomo que consuetudinariamente trafica con las elecciones socavando las más burdas adulteraciones. A lo que se suma las agudas contiendas y divisiones de los partidos reaccionarios que son reiteradamente tiendas de escándalo público y centro de convalidación de desafueros de todo tipo. Así, el sistema político reaccionario muestra claramente su caducidad y putrición encubierta bajo mascarada de democracia aparente y preocupación fingida por las masas, de las cuales sólo requieren sus votos ocasionales, y de real demagogia a tambor batiente; de este modo, y como enseña el marxismo, cada vez más las fuerzas armadas y las fuerzas policiales, principalmente las primeras, son la verdadera columna vertebral del orden estatal reaccionario y su verdadero bastión, de ahí su importancia cada vez más determinante y creciente injerencia en el poder del Estado; sin embargo no olvidemos nunca que una fuerza armada en esencia, estratégicamente sólo tiene la fortaleza de la sociedad que defiende por más que, tácticamente, se presente armado hasta los dientes.

Ideológicamente el orden dominante, explotador y opresivo, también está en crisis como lo prueba la farisaica rasgadura de vestiduras sobre la llamada “crisis moral del pueblo”, que no es sino la quiebra de viejos principios que se caen a pedazos bajo golpes de la galopante crisis económica y la caducidad política de la reacción; y esto es precisamente lo principal, la crisis de los principios demoburgueses y de su ordenamiento social, que superados por el desarrollo histórico de la lucha de clases, del pujante ascenso del proletariado y las masas populares y el grandioso proceso radicalmente transformador que ha impreso el marxismo-leninismo-maoísmo en todo el mundo, quedan más expuestos a la luz del día como caducos ya no sólo históricamente sino que también avanza y se extiende su caducidad política. El cada vez más declinante peso de los principios demoburgueses, que si en los siglos pasados fueron revolucionarios hace ya muchas décadas que son reaccionarios, y la cada día menor influencia que puedan ejercer sobre el pueblo, la tenemos en la experiencia de las últimas elecciones en el país: Belaúnde asumió el mando con un 46% de los votos válidos y se sintió exaltado a las nubes y dueño de un poder absoluto y voz incontrastable por encima de la lucha de clases y las contiendas; sin embargo, ha bastado menos de año y medio para que su castillo de votos se derrumbe disolviéndose como podrida espuma y su ficticia “gran autoridad” entre tumbos y remolinos se despeñe hacia su total desprestigio.

Finalmente, indiquemos, aunque sea de paso, la cuestión con Ecuador, conocido es el viejo cuestionamiento ecuatoriano del Protocolo de Rio del año 42. Pues bien, esta situación viene agravándose en los últimos años como prueba el incidente fronterizo de la Cordillera del Cóndor de enero del 81. Pero el actual gobierno peruano y el presidente Belaúnde que lo encabeza y dirige, más aún siendo quien personalmente conduce la política internacional y en consecuencia el primer responsable, viene manejando tan delicado cuan importante problema en forma totalmente errónea e irresponsable y así, en vez de buscar definir la cuestión fronteriza, adoptan una superficial y frívola actitud que alarma pues, de no tratarse justa y correctamente, la cuestión ecuatoriana puede generar serios y graves problemas de vastas consecuencias, las que obviamente no son afrontadas nunca directamente más que por el pueblo quien con su propia sangre y esfuerzo nos ha dado el territorio que conforma nuestra patria. Aquí también se muestra la política y acción reaccionarias del gobierno belaundista; pues, a nadie escapa que de la unión de los intereses de los imperialistas en contienda con los de sus agentes y socios internos, que gobiernan nuestras repúblicas, devienen los conflictos en nuestras tierras latinoamericanas y la multitud de guerras que nuestros pueblos han tenido que enfrentar; y, esto es más preocupante hoy, cuando el panorama de América Latina muestra varios conflictos en potencia que se desenvuelven atizados por la contienda de las superpotencias en pos de la hegemonía mundial.

Así, en síntesis vemos ante nuestros ojos cómo se agudiza la crisis del orden reaccionario, la cual se presenta con graves perspectivas en este aóo de 1982.

¿Y cuál es actualmente la situación del pueblo? Un campesinado con una varias veces centenaria reivindicación fundamental: “La tierra para quien la trabaja” que pese a su indesmayable lucha aún no logra satisfacerla; un campesinado al que en los últimos veinte años se ha pretendido engañar con tres supuestas leyes de reforma agraria las que luego de aplicadas con rimbombante demagogia lo han dejado con su misma vieja sed se tierra insatisfecha. Un proletariado que en larga lucha pujante arranca mendrugos salariales y conquistas a sus empleadores para perderlas a través de cada crisis económica que la sociedad padece; un proletariado que así se debate en un siniestro círculo de hierro y que hoy nuevamente se desenvuelve en la inagotable pugna por salarios, jornada y condiciones de trabajo. Una pequeña burguesía de muy amplias capas, como corresponde a un país atrasado, que ve destrozados sus sueños al compás de la pauperización inexorable que el orden social imperante le impone. Y una burguesía media, una burguesía nacional que débil y carente de capitales se desenvuelve bamboleante y dual entre revolución y contrarrevolución, mientras cada nueva crisis la destroza y aplasta hasta los límites de la asfixia. Estas son las cuatro clases que históricamente conforman el pueblo en nuestro suelo, pero de ellas es el campesinado la fuerza motriz principal en tanto que el proletariado insurge y se desarrolla como clase dirigente de nuestra revolución; unidas las dos conforman la alianza obrero-campesina, única base sólida de clases de todo frente revolucionario posible; a ella se une la pequeña burguesía y juntas las tres, bajo dirección del proletariado, son el tronco constante del frente revolucionario que no es tal sino es frente para la lucha armada y armazón de clases para conformar el Nuevo Estado. Y esta sólida unión, este sólido frente, y cohesionado en cuanto la hegemonía la detenta firmemente el proletariado, se sustenta en la alianza obrero-campesina y se forja y desarrolla pujante en la fragua de la lucha armada, de la guerra de guerrillas; es a este frente de clases al que se une unas veces la burguesía nacional para separarse otras, según los encrespados vientos de la lucha de clases.

Y este pueblo peruano, estas inmensas mayorías, estas masas verdaderas creadoras de la historia, estas poderosas fuerzas productivas están constreñidas por la persistencia de caducas relaciones sociales de explotación que imponen la desocupación y el subempleo al 56.3% de la población económicamente activa, según sus propias estadísticas y que en el campo para sobrevivir someten a la subocupación a dos de cada tres campesinos. Así el caduco sistema de explotación dominante destruye y sofrena las poderosas fuerzas creadoras del pueblo, las únicas fuerzas capaces de la más profunda transformación revolucionaria que nuestra patria clama por largo tiempo; siniestro sistema destructor que la reacción defiende a sangre y fuego en beneficio de terratenientes de viejo y nuevo cuño, de grandes burgueses compradores o burocráticos y de su amo el imperialismo yanqui que por cada dolar que invierte nos extrae cinco; sistema podrido y sangriento que se mantiene por la opresión que impone el viejo Estado reaccionario terrateniente-burocrático a través de su aparato estatal, su burocracia, sus fuerzas armadas, su justicia, sus cárceles y su antigua y turbia represión, pero principalmente a través de sus fuerzas armadas y su acción represiva verdadera columna vertebral de la dictadura de clase imperante que domina y acrecienta sus ganancias extraídas del sudor, esfuerzo y sangre de nuestro pueblo.

Pero quien dice explotación y opresión dice Estado, y quien dice Estado dice clases, y quien dice clases dice lucha de clases, y quien dice lucha de clases dice lucha popular y, como los tiempos lo comprueban hasta la saciedad, quien dice lucha popular dice rebelión, lucha armada, guerra de guerrillas, como lo está mostrando hoy mismo nuestro propio continente. Y nuestro pueblo, como todos los pueblos de la tierra tiene su propia historia de lucha, jalonada con su sangre y heroicidad, siendo la más estremecedora, turbulenta y grandiosa la librada incansablemente por el campesinado, especialmente pobre a lo largo de los siglos; baste aquí recordar que nuestra propia emancipación republicana se levantó sobre grandes gestas armadas campesinas del siglo XVIII y que, nuestro mismo siglo XX está sellado por grandes luchas campesinas que giraron en torno a los años veinte y sesenta, así éstas y la remecedora lucha del 63 son fuente de extraordinaria experiencia, a la que necesariamente hay que ligar la lucha armada que condujera el MIR allá por el año 65, lucha que nos dejó inapreciables lecciones que todo revolucionario debe conocer. Sin embargo, es con la aparición del marxismo y del Partido Comunista que la brega campesina adquiere toda su expresión revolucionaria, pues con el proletariado como dirigente a través de su Partido es como el campesinado encuentra y sigue el verdadero camino para derrumbar el orden explotador existente, la guerra popular, la cumbre del pensamiento militar proletario que el Presidente Mao Tsetung estableciera.

Así nuestro pueblo, como todo pueblo, se ha acunado y avanzado en la violencia revolucionaria, es en ella, en sus diversas formas y gradaciones, que nuestro pueblo conquistó reivindicaciones, derechos y libertades, pues nada les cayó del cielo ni le fue dado, “malgrado lo que digan los traidores” todo lo conquistó y defendió en definitiva con violencia revolucionaria, en ardorosas contiendas contra la violencia reaccionaria; así se conquistaron las ocho horas; así se conquistaron tierras y se retuvieron, así se arrancaron derechos y se derrumbó tiranos. La violencia revolucionaria es, pues, esencia misma de nuestro proceso histórico y si la emancipación republicana se ganó con armas en los campos de batalla, es fácil entender que el desarrollo y triunfo de la revolución peruana, de nuestra revolución democrática, de la emancipación del pueblo y de la clase será lograda únicamente a través de la más grandiosa guerra revolucionaria de nuestro pueblo, alzando en armas a la masa a través de la guerra popular.

Y hoy nuestro heroico pueblo, heredero de tan rica historia y siguiendo la gloriosa senda, pugna y combate contra el nuevo gobierno reaccionario. Pugna y combate en los campos contra los gamonales y gamonalillos, base del poder estatal reaccionario en el agro; pugna y combate en fábricas y las minas contra sus explotadores y opresores; pugna y combate en la multitud de las barriadas lanzándose contra el hambre y la miseria; pugna y combate en las universidades y colegios por su necesidad de aprender y educarse; pugna y combate en las ciudades pequeñas y medianas contra el asfixiante centralismo; pugna y combate en la educación, la ciencia y la cultura por sus indeclinables derechos de nutrir su espíritu y despejar su mente; pugna y combate en las calles por el derecho de ganarse el pan; pugna y combate en defensa de sus derechos y libertades conquistados, por libertad de pensamiento, de expresión, de organización, de reunión, de huelga y por cuanta conquista arrancó con su lucha y esfuerzo y que pese a estar estampadas en las leyes y hasta en la propia Constitución del Estado se conculcan, cuestionan y niegan las 24 horas del día por la acción prepotente y abusiva de los poderosos y de cualquier arribista encaramado en un cargo de autoridad, como corresponde a la naturaleza del orden estatal existente y de quienes lo encabezan. Sí, nuestro pueblo hoy más consciente que ayer, más politizado que ayer, más organizado que ayer, más firme y decidido que ayer por la gigantesca presencia histórica del proletariado guiado por el invicto marxismo-leninismo-maoísmo que arma su mente y su mano, nuestro heroico pueblo combatiente se lanza a la acción por más que al hacerlo tenga que enfrentarse a la cachiporra, la bomba y las balas, y a las furiosas mesnadas de la reacción; y lo hace seguro de que la lucha tiempla, moviliza, organiza, politiza y arma y prepara para las grandes contiendas por venir. Y si algo está aprendiendo nuestro pueblo, hoy más que ayer, es que la lucha de clases lleva necesariamente a la lucha por el poder y que éste sólo se conquista mediante la violencia revolucionaria que entre nosotros se especifica en guerra revolucionaria, en lucha armada, en guerra de guerrillas, en guerra popular; que sólo así es posible tomar el poder para la clase y para el pueblo, que sólo así se levantará un Nuevo Estado y que sólo así se llegará a instaurar la dictadura del proletariado para la gran y definitiva transformación de la sociedad, para que al fin brille la luz inmarcesible del comunismo en nuestra propia tierra. Y que hoy esto anida ya en las masas y en el pueblo se ve palmariamente demostrado en cómo en campo y ciudad comienzan a aplicar nuevamente la violencia para repeler la violencia reaccionaria en defensa de sus derechos; y, más trascendente es aún y más expresivo el apoyo que brindan a la lucha armada, a la guerra de guerrillas que dirige el Partido, que si bien todavía no alcanzan a comprenderla en su total dimensión y amplitud, pues esto requiere mayor desarrollo de la misma, la sabiduría de la acción colectiva es plenamente capaz de avizorar que, en esas llamas que hoy comienzan presagiando las grandes hogueras por venir, se plasma y brama la esperanza concretada en su inexorable emancipación.

Esta es, a nuestro modo marxista-leninista-maoísta de entender, la situación de la reacción y la situación del pueblo; y en esta situación contradictoria vemos los dos aspectos concretos de la situación revolucionaria hoy y su forma de especificarse. Así vemos manifiesta la situación revolucionaria y expresarse lo que Lenin entendía por tal: los de arriba no pueden seguir mandando como ayer y los de abajo no quieren seguir viviendo como hasta hoy. En la reacción se ve la carencia de un preciso y definido programa aceptado que sea capaz de aglutinar a la reacción y la errática mezcolanza de marchas y contramarchas que denotan falta de rumbo fijo, comprensible derivación de la falta de programa único y menos realmente aceptado. En el pueblo se avizora su firme y decidida marcha hacia la revolución armada, su voluntad de transformación revolucionaria aunque, como limitación, pueda expresarse a veces como simple querer derrumbar el caduco sistema dominante; pero aun, si sólo así fuera, es bastante y básico para encontrar el buen camino pues, en buen y certero balance, es la propia lucha armada la que abre en los hechos el camino de la lucha armada y asimismo va machacando con hechos contundentes las ideas, el camino de la lucha armada en la propia mente de los hombres como parte integrante de las masas y así se incorpora a éstas más y más al gran camino de la guerra popular.

Tal es la cuestión concreta de la situación revolucionaria en desarrollo hoy y aquí, y a esto se ha llegado por dos cuestiones:

  1. – La lucha de clases en polarización; y,
  2. – La lucha armada que se desenvuelve como guerra de guerrillas surgida del propio seno de la lucha de clases en el país. La lucha de clases en polarización y su desarrollo como lucha armada han atizado más aún la preexistente situación revolucionaria en desarrollo; y, así hoy y en perspectiva, la situación revolucionaria en desarrollo más caldeada en la actualidad estimulará más la lucha de clases y ambas impulsarán fuertemente la lucha armada. Esta es, en síntesis, la situación actual del pueblo y de la reacción; ésta hoy a través del gobierno belaundista plantea el “pacto social” o la “concertación” que no es sino reedición de planteamientos del gobierno anterior; pero la perspectiva del pueblo es una, apoyar la lucha armada.

Así, en la actualidad y en su proyección, la lucha de clases se polariza en: concertación o apoyar la lucha armada: concertación es bandera negra de la reacción, apoyar la lucha armada es bandera roja del pueblo. Concertación es bandera de la reacción para atar al pueblo como furgón de cola y, en términos más restringidos, para aglutinar a las contendientes facciones de la reacción y para lograrlo usará todos los medios, también la represión pues el objetivo es mantener su dominio y, en último término, la propia fuerza armada es carta que la reacción guarda en la manga para el momento oportuno. Apoyar la lucha armada es bandera roja del pueblo y es su necesaria perspectiva, pues para el pueblo concertación es capitulación; el camino del pueblo comienza a mostrarse más nítido y definido cada vez: al apoyar la lucha armada y desarrollarla, es el único camino histórico que corresponde transitar al pueblo, no hay otro; y apoyar la lucha armada hoy es simplemente desarrollar la guerra de guerrillas.

Por todo lo dicho podemos concluir: SE ACENTUA LA CRISIS DEL ORDEN REACCIONARIO Y EL PUEBLO CLAMA POR LA REVOLUCION ARMADA.

IV. DESARROLLEMOS LA GUERRA DE GUERRILLAS

El Presidente Mao Tsetung ha escrito:

“La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la lucha armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este revolucionario principio marxista-leninista tiene validez universal, tanto en China como en los demás países”.

Y más adelante dijo:

“Antes del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas tienen por finalidad prepararla… Después del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas se coordinan de modo directo o indirecto con la guerra”.

El Partido Comunista del Perú, partido de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta fiel a sus principios y a su programa, consciente de su misión histórica como vanguardia organizada del proletariado peruano, ha asumido su obligación de iniciar la lucha armada para pugnar por tomar el Poder para la clase obrera y el pueblo, y hoy desarrolla la guerra de guerrillas que, a través de triunfos y reveses aleccionadores, extendiendo más las vivas llamas armadas y enraizándolas profundamente en el campesinado pobre principalmente, nos ha de llevar a conseguir bases de apoyo revolucionarias plasmando en definitiva el invicto camino de la guerra popular.

Previamente el Partido hubo de reconstituirse. Después de la expulsión de Del Prado y compañía, gonfalones del revisionismo en las filas partidarias, en la IV Conferencia Nacional, enero 64, entramos al largo y complejo proceso de Reconstitución, acordado en la VI Conferencia de enero 69, que implicaba hacer del Partido lastrado de revisionismo uno de nuevo tipo marxista-leninista-maoísta. Cumplida esta ardua y gran tarea, la IX Sesión Plenaria del Comité Central, en 1979, acordó iniciar la lucha armada.

Cumpliendo este histórico mandato, en mayo de 1980 se inició la lucha armada enarbolando dos consignas fundamentales: ¡Lucha armada! y ¡Gobierno de obreros y campesinos! Desde entonces nuestra acción se inició, se desenvolvió como guerra de guerrillas y hoy, por acuerdo del Comité Central, enero del 81, estamos en el Desarrollo de la guerra de guerrillas.

La lucha armada iniciada y dirigida absolutamente por el Partido es la continuación de la lucha de clases del pueblo peruano, es la continuación armada de su lucha política y está profundamente entroncada e indesligablemente unida a las masas populares, principalmente al campesinado pobre. Las masas son nuestra única base y sustento, la fuente de nuestra pujanza y vigor; somos firmes practicantes del gran principio de apoyarnos en los propios esfuerzos; así como somos consecuentes seguidores del internacionalismo proletario enarbolando el inmortal lema de Marx y Engels: “¡Proletarios de todos los países uníos!”; y como comunistas elevamos siempre al tope las tres grandes banderas del marxismo-leninismo-maoísmo: Marx, Lenin, Mao, lo cual nos demanda ser enemigos irreconciliables del revisionismo y de todo oportunismo; y pugnando por la revolución en nuestra patria servimos a la revolución proletaria mundial que combate y combatirá hasta que brille el comunismo sobre toda la faz de la tierra.

La realidad revolucionaria muestra en el país cómo la lucha armada arde victoriosa, cómo la acción contrarrevolucionaria atiza nuestra lucha, cómo se acentúa la crisis del orden reaccionario y el pueblo clama por la revolución armada; así, a nuestro heroico pueblo combatiente se le presenta una perentoria necesidad histórica, apoyar la lucha armada lo que hoy quiere decir Desarrollar la Guerra de guerrillas.

El Partido Comunista del Perú; el Partido que fundara Mariátegui; el Partido reconstituido como Partido de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta; el Partido que en nuestra patria ha iniciado la lucha armada, y que a través de veintiún meses de pletórica vida combatiente la desenvuelve hoy como guerra se guerrillas; el Partido Comunista del Perú que ha izado contra el cielo las rojas banderas de la rebelión, para servir a la emancipación de la clase obrera y del pueblo, llama al proletariado peruano, al campesinado pobre en especial y a las masas populares del país a asumir nuestro destino histórico en nuestras propias manos para derrumbar el caduco orden reaccionario imperante y construir el nuevo orden social revolucionario que el pueblo clama y demanda.

¡Pueblo peruano! ¡Obreros, campesinos, trabajadores, mujeres, jóvenes, intelectuales, apoyemos la lucha armada! ¡Apoyemos el desarrollo de la guerra de guerrillas!

¡Pueblo peruano! Tu recia voz de trueno embravecido comienza a expresarse en el lenguaje vibrante y purificador de la violencia revolucionaria, de la lucha armada y en acciones guerrilleras, en guerra de guerrillas vas plasmando hitos de tu nueva historia, de tu historia definitiva. El gran camino está iniciado, será largo y difícil pero el triunfo decisivo, pues. ¡Salvo el Poder, todo es ilusión!

¡DESARROLLEMOS LA GUERRA DE GUERRILLAS!

¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERU!

¡GLORIA AL MARXISMO-LENINISMO-MAOISMO!

COMITE CENTRAL

PARTIDO COMUNISTA DEL PERU

Perú, febrero 82.

¡A NUESTRO HEROICO PUEBLO COMBATIENTE!

¡Pueblo peruano! Más de cuatrocientos años soportas una dura y cruel explotación, bajo oprobioso dominio extranjero, violenta opresión de explotadores nativos y sangrienta represión del Estado reaccionario.

¡Pueblo peruano! Hoy, después de doce años de falsa revolución y real reforzamiento de tus cadenas bajo un régimen militar facista, en medio de la más grande crisis que has soportado, manda hoy un nuevo gobierno a través del caduco armatoste reaccionario, de la llamada “democracia representativa”, falsa democracia, de falsos derechos y libertades, de falsa preocupación por las necesidades elementales del pueblo y de real opresión y explotación al servicio de las clases explotadoras y del amo imperialista; nuevo gobierno reaccionario que te hunde y hundirá más cada día en el hambre, la desocupación, la ignorancia, la enfermedad, la miseria creciente y la represión redoblada.

¡Pueblo peruano! Pero tu historia no es sólo de la explotación y cruenta opresión que te han impuesto e imponen en el lenguaje de la violencia reaccionaria y la palabra demagógica de las falsas promesas. Tu historia, pueblo, es de rebelión y combates; es la historia de lucha del proletariado como clase dirigente, del campesinado, en especial del pobre que pugna y combate por la tierra para quien la trabaja, de las masas populares que viven del sudor de su frente, de tus mejores hijos que te ofrendan la vida, de tus pueblos que despiertan más y más para combatir por tu libertad, por tu emancipación. En síntesis, pueblo nuestro, tu historia es la heroica e inmarcesible lucha de las masas populares; es la lucha por el pan para tus hijos, por la educación, que despeja las mentes y las hace más conscientes, por tus derechos y libertades conquistados al precio de tu sangre, por tu revolución en marcha, pujante, por tu emancipación definitiva, por la destrucción del viejo y podrido sistema imperante y, en definitiva por la creación y forja con tus manos armadas de un nuevo mundo para tus hijos.

¡Pueblo peruano! Y hoy, tus mejores hijos, carne de tu carne, acero de tu acero, forjados en tus mil combates y templados en tu inagotable acción, siguiendo tu luminoso y heroico ejemplo, hoy pueblo nuestro, tus mejores y fieles hijos han desplegado al viento la roja y llameante bandera de la rebelión, se han levantado en acciones armadas abriendo el camino que todos hemos de seguir: el de la revolución democrática que derrumbe el dominio imperialista, la opresión feudal, la explotación capitalista burocrática y el caduco Estado imperante cuyo sostén es la burocracia.

¡Pueblo peruano! Hoy tus hijos enarbolan la gran bandera roja de tu rebeldía comenzando a plasmar con hechos tus más altos sueños revolucionarios. Hoy tus hijos han iniciado el esforzado, duro y brillante camino de cercar las ciudades desde el campo, el glorioso camino de la guerra popular. Así, hoy tus hijos surgidos de tus poderosas entrañas te ofrendan sus acciones armadas y sus vidas saludando en este año nuevo tu heroica lucha y grandioso porvenir.

¡Pueblo peruano! ¡La lucha armada ha comenzado! Obreros, campesinos, trabajadores, mujeres, jóvenes, hijos del pueblo, masas populares, pongámonos en pie de combate y con nuestras propias manos armadas construyamos el futuro, el gran futuro de nuestro pueblo!

¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO PENSAMIENTO MAO TSETUNG!

¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERU!

¡DESARROLLEMOS LA LUCHA ARMADA!

COMITE CENTRAL DEL PCP

Perú 1/1/81

¡VIVA LA LUCHA ARMADA DE NUESTRO PUEBLO!

¡ABAJO LA PATRAÑA REACCIONARIA!

El PARTIDO COMUNISTA DEL PERU en defensa de los sagrados intereses de nuestro pueblo inició en mayo del 80 nuestra heroica lucha armada. Este trascendental acto revolucionario con acciones guerrilleras: de propaganda y agitación, movilizaciones, cosechas e invasiones, sabotaje, asalto y enfrentamiento, principalmente en el campo, abre las puertas de la rebelión armada, del alzamiento de las masas del campesinado pobre en especial, de la conquista del Poder para el proletariado y las masas populares a través de una prolongada guerra popular del campo a la ciudad. Unico y real camino de nuestra liberación.

En más de un año de combates y victorias cuyos hitos son Chuschi, San Martín de Porres, Airabamba, Aisarca, Luricocha y otros que resaltan entre más de dos mil acciones armadas que han remecido todos los rincones de nuestra geografía atizadas por la encendida combatividad de nuestro indoblegable pueblo. Hoy, en su inevitable desarrollo, nuestra lucha comienza una nueva y gran ola que golpea más profundamente el caduco sistema reaccionario imperante que por turno transitorio encabeza el demagogo Belaúnde y su pandilla de traficantes, saqueadores, hambreadores y vendepatrias.

Los recientes y contundentes golpes dados en Quinua, la embajada USA y su residencia, la Southern, el local central de Acción Popular y otros son parte de una serie de acciones armadas contra el imperialismo yanqui, el principal explotador extranjero de nuestro pueblo y al servil gobierno belaundista y su represión galopante y falsa democracia.

Pero, pretendiendo ocultar el sol con un dedo, para capear la crisis política que le hemos generado unidos a las heroicas luchas de nuestro pueblo, y en defensa de su amo imperialista (que hoy envía como nuevo “embajador” a una sanguinario “especialista” en guerra antisubersiva), y con la negra colaboración de los oportunistas electoreros, concentrados en “El Diario”, el reaccionario y corrupto gobierno de Belaúnde ha montado la burda y senil patraña de que “serían narcotraficantes” los autores de tales acciones, a la vez que difunde falaces y ridículos desmentidos. Así pretenden encubrir la gran realidad: los fracasos que cosecha en su plan represivo y el pujante desarrollo de la lucha armada.

Obreros, campesinos, mujeres, jóvenes, masas de nuestra patria. ¡Una nueva verdad se abre ante nosotros: la revolución armada está en marcha! Saludemos el futuro golpeando más y más contundentemente el poder reaccionario con las armas en la mano y el corazón bullendo de esperanza que se concreta en las inapagables llamas de nuestra guerra popular.

PARTIDO COMUNISTA DEL PERU

Perú, 8/IX/81

¡ABAJO LA PATRAÑA REACCIONARIA!
¡VIVA LA LUCHA ARMADA!
¡GLORIA AL MARXISMO-LENINISMO-MAOISMO!

Febrero, 1982

PCP-COMITE CENTRAL