¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡NO VOTAR! SINO, ¡GENERALIZAR LA GUERRA DE GUERRILLAS PARA CONQUISTAR EL PODER PARA EL PUEBLO!
Comité Central
Partido Comunista del Perú
1985
¡NO VOTAR: SINO GENERALIZAR LA GUERRA DE GUERRILLAS PARA CONQUISTAR EL PODER PARA EL PUEBLO!
“Fortalecer los Comités Populares, desarrollar las bases de apoyo y hacer avanzar la República de Nueva Democracia”.
PCP
“Todos los reaccionarios intentan eliminar la revolución por la matanza en masa y piensan que cuanta más gente asesinen tanto más débil será la revolución. Pero, en contra de este deseo subjetivo de la reacción, los hechos muestran que cuanta más gente asesina la reacción, mayor es la fuerza de la revolución y más se acercan los reaccionarios a su fin. Esta es una ley ineluctable”
P. MAO
I. LA CRISIS GENERAL DE LA SOCIEDAD PERUANA
La sociedad peruana contemporánea está en crisis general; esta sociedad cuyo proceso comienza a fines del siglo XIX está enferma, grave, incurable y sólo cabe transformarla a través de la lucha armada, como lo viene haciendo el Partido Comunista del Perú dirigiendo al pueblo. No hay otra solución.
Y es que el Perú contemporáneo es una sociedad semifeudal y semicolonial en la cual se desenvuelve un capitalismo burocrático; un tardío capitalismo atado a los intereses de los terratenientes y que, en consecuencia, en modo alguno busca la destrucción sino a lo sumo la evolución de la semifeudalidad; y lo que es más importante, un capitalismo sometido completamente al imperialismo, en nuestro caso yanqui principalmente y que por tanto, no desarrolla las grandes fuerzas productoras potenciales de nuestra patria, más aún las desperdicia, entraba o destruye y que de ninguna manera desarrolla una economía nacional sino todo lo contrario, está completamente al servicio de la explotación creciente del imperialismo y es totalmente opuesto a los intereses nacionales, al de las mayorías, a las básicas y más urgentes necesidades de las masas de nuestro pueblo.
Así la economía peruana moderna nace defectuosa y enferma en sus raíces, pues nace atada al caduco sistema semifeudal que pese a sus cacareadas leyes agrarias, arteramente llamadas de “reforma agraria”, sigue subsistente y marcando al país desde sus bases más profundas hasta sus más elaboradas ideas y, en esencia, manteniendo persistente el gran problema de la tierra, motor de la lucha de clases del campesinado especialmente pobre que es la inmensa mayoría. Pero además, nace subyugado por el imperialismo, fase final del capitalismo caracterizado magistralmente como monopolista, parasitario y agonizante; imperialismo que si bien consiente nuestra independencia política, según sirva a sus intereses, controla todo el proceso económico peruano: nuestras riquezas naturales, productos de exportación, industria, banca y finanzas; en síntesis chupa la sangre de nuestro pueblo, devora nuestras energías de nación en formación y hoy concretamente nos exprime mediante la deuda externa como lo hace con otras naciones oprimidas. En consecuencia la economía moderna, el capitalismo burocrático desde su nacimiento está atado al cadáver insepulto de la semifeudalidad y sometido al agonizante imperialismo que cada vez vive más de la sangre de los oprimidos, obtenida por la explotación garantizada por sus propias armas y las de sus lacayos mientras se debate en incesante crisis y contienda por el dominio mundial que libran principalmente las dos superpotencias: los Estados Unidos y la Unión Soviética socialimperialista. En conclusión, vivimos la crisis general de la sociedad peruana y esta crisis implica la del capitalismo burocrático que ha entrado a su parte final madurando así, plenamente, las condiciones para el desarrollo y triunfo de la revolución; porque la crisis general que la vieja sociedad padece la abarca en todo su conjunto y manifestaciones.
Esta es nuestra realidad, ésta es la base que sustenta la sociedad peruana y la raíz material de nuestros problemas y de las desgracias de nuestro pueblo. Y es éste el sistema social que usufructúan y defienden a sangre y fuego las clases dominantes y su amo imperialista yanqui, mediante su Estado terrateniente-burocrático sustentado en su fuerza armada reaccionaria; ejerciendo constantemente su dictadura de clase, (de gran burguesía y terratenientes), ya sea mediante un gobierno militar de facto como los muchos que hemos tenido, p.e. Velasco y Morales Bermúdez para no citar sino a los últimos, o mediante gobiernos surgidos de elecciones y llamados constitucionales como el actual de Belaúnde.
Así los gobiernos en el Perú, civiles o militares, no son sino las camarillas de turno, electas o no, que ejercen la dictadura sobre el pueblo, sobre el proletariado, campesinado, pequeña burguesía y hasta sobre la burguesía nacional o media, en beneficio de la gran burguesía (grandes banqueros especialmente hoy), de los terratenientes, (particularmente en su expresión de gamonalismo, de ejercicio de Poder en el campo); en beneficio de las clases dominantes y del imperialismo yanqui y totalmente en contra de los intereses populares y nacionales. Y esto no necesita mayor recuento histórico ni demostración, pues la prueba está ante nuestros ojos: el actual gobierno de Belaúnde y su pandilla; un gobierno elegido, salido de las urnas, del “sacrosanto sistema electoral”, es precisamente el gobierno que ha vendido más el país al imperialismo y hundido la sociedad peruana en la más grande crisis de su historia moderna; y ha sumido al pueblo en la más implacable hambre y lo ha perseguido, apresado, torturado y asesinado hasta llegar a la matanza y el genocidio porque, con el Partido Comunista, se ha atrevido a levantarse en armas enarbolando “La rebelión se justifica”, irrenunciable derecho de todo el pueblo sumido en la explotación y opresión, irrevocable derecho de todo pueblo y toda clase que se niegan a ser esclavos.
Esta es la realidad del país, de la sociedad peruana y la función de los gobiernos de turno; y lo mismo seguirá siendo mientras no derrumbemos el orden imperante por la fuerza de las armas revolucionarias mediante una guerra popular. La historia del mundo y la nuestra propia lo han demostrado; y más aún lo tenemos ante nuestros propios ojos: el hambreador y genocida, el reaccionario gobierno de Belaúnde y su pandilla siniestra que pasará a la historia como el gobierno del hambre y el genocidio.
II. VOTAR ES AVALAR EL SISTEMA SOCIAL Y ELEGIR OTRO GOBIERNO MAS HAMBREADOR Y MAS GENOCIDA
¿En qué condiciones se dan las nuevas elecciones generales?
Económicamente, todos consideran que el país soporta más grande crisis por lo menos de los últimos cien años; pero, además, la perspectiva es negra, en el año 2.000 recién se recuperarán los niveles económicos del 76, es decir se habrá perdido un cuarto de siglo en el tan pregonado desarrollo económico. Más el problema no termina ahí, desde la II Guerra Mundial el país soporta regularmente crisis en la segunda mitad de cada década y cada nueva crisis es peor que la anterior y la próxima ya está en marcha, los propios economistas reaccionarios pintan negros los años venideros; más aún la deuda externa y la imposibilidad de pagar ni siquiera los intereses de la misma impiden contar con capitales foráneos siempre tan embellecidos; pero a su vez el ahorro interno se reduce, la producción industrial está en recesión, la agricultura en crisis, los precios de nuestros productos de exportación seguirán en declinación, los mercados extranjeros se reducen, etc. En síntesis, un negro panorama al cual no se le ve solución real alguna y mucho menos que pueda satisfacer las crecientes elementales necesidades de las masas cada día más postergadas, y sólo ofrecen más desocupación, jornada de trabajo más larga para subsistir, menores salarios y sueldos, menos derechos y mayores recortes de conquistas y beneficios. Así, negra perspectiva económica de la caduca sociedad peruana y mayor explotación y opresión para el pueblo.
Políticamente. La Constitución del 79, como todas las de su tipo, cada derecho que reconoce lo niega; además no satisfizo a las facciones del campo reaccionario, mucho menos al pueblo, por ello modificarla es y seguirá siendo campo de contienda; pero a más de dar directa participación a sus fuerzas armadas y policiales en toda la vida social fortaleciendo su predominio, a la vez que potencia las facultades del Ejecutivo y organiza el sistema más policiaco y represivo de nuestra historia y pese a toda su sucia demagogia, la constitución vigente es el más rudo y violento choque sangriento que carta constitucional alguna haya tenido con nuestra realidad, como lo comprueba el llamado “derecho a la vida” y el siniestro genocidio que las fuerzas armadas aplican en la región de Ayacucho con infamia e impunidad que el mismo Belaúnde dirige.
Y, ¿cómo funcionan las santificadas instituciones demoburguesas? El Parlamento abdicó su función legislativa en beneficio del Ejecutivo; el Poder Judicial incapaz de juzgar a miles de encausados y menos aún de cumplir y hacer cumplir sus propias leyes, hasta consiente y ampara el plan de aniquilamiento de los prisioneros de guerra en los campos de concentración conocidos como “El Frontón” y los sectores como el de Totos, “Los Cabitos”, Estadio de Huanta, etc., con la complicidad del Ministerio Público. El Ejecutivo se ha convertido en el auténtico poder legislativo, quedando las leyes básicas del país en manos de rancios burócratas y tecnócratas formados y asesorados por el imperialismo; con superministros que hacen y deshacen como viejos autócratas; con poderes represivos amplios y potenciados, usados cotidianamente desde el varazo, la bomba, el balazo, etc. al estado de emergencia decretado incluso para enfrentar una huelga, sin olvidar el estado de sitio de tan reclamada aplicación. Finalmente las fuerzas armadas y policiales reaccionarias, éstas han mostrado toda su furia antipopular y la brutalidad es rasgo característico de su acción, así como su condición es patente que “autoriza” todo atropello hasta el asesinato impune de cualquier hijo del pueblo. Y aquellas, las FFAA que siguen autotitulándose “instituciones tutelares” como si el pueblo peruano estuviera sólo formado por menores de edad, esas FFAA tan especialistas en derrotas ante el extranjero como experimentadas en aplastar a sangre y fuego a nuestro pueblo desarmado, hoy expresan más palmariamente los intereses reaccionarios que defienden y todo el odio de clase que encierra su intervención contra la lucha armada victoriosa; mientras su dirección, el Comando Conjunto, el Consejo de Defensa Nacional y el propio Belaúnde que lo encabeza, en su impotencia y desesperado afán de apartar vanamente a las masas de la revolución armada, no han encontrado más solución que el monstruoso e infame genocidio que ante nuestro pueblo y el mundo han desenmascarado la siniestra acción antiguerrillera, la fraudulenta democracia peruana y al falso demócrata y artero demagogo que es Belaúnde.
Así, sobre esa negra perspectiva económica se levantan caducas y reaccionarias instituciones que sólo sobreviven por la fuerza de la inercia y las armas que las sostienen cada vez derramando más y bañándose en la incendiaria sangre del pueblo desarmado, vilmente oprimido, que ya empezó a decir ¡Basta!, y que cada día cree menos en el viejo Estado y espera menos del gobierno. En conclusión, el desprestigio, el desorden, el caos a más de la corrupción y el más desvergonzado cinismo corroen el Estado terrateniente-burocrático por cuyo gobierno compiten de nuevo frívola y alegremente, con escaramuzas verbales y quizá alguno que otro choque, unos cuantos demagogos de mal encubiertos intereses y ambiciones desenfrenadas, como Alva Orlandini, Bedoya Reyes, Morales Bermúdez y Alan García candidatos de Acción Popular, Convergencia Democrática, Frente Democrático de Unidad Nacional y del Apra, respectivamente, todos conocidos defensores del orden imperante; y entre ellos el sinuoso y acomodaticio Barrantes Lingán, falso mariateguista y verdadero y fiel defensor y sostenedor del sistema dominante, como representante de la llamada Izquierda Unida montada por sus dirigentes como la más desenfrenada expresión del viejo camino del oportunismo electorero, del cretinismo parlamentario en el país.
Pero la pesada herencia no termina ahí; la lucha de clases de nuestro pueblo ha pasado a desarrollarse como lucha armada contra el viejo orden social, el viejo Estado y sus fuerzas armadas y policiales reaccionarias; guerra revolucionaria que lleva ya casi cinco años, de ellos dos de combates contra las propias viejas fuerzas armadas; y este hecho histórico ha cambiado radicalmente las condiciones, ha mostrado cómo con las armas se derrumba por partes el caduco sistema y se crea el Nuevo Poder para el pueblo, para los oprimidos; y este nuevo e irreversible proceso continuará desenvolviéndose más y más como el problema principal del Estado peruano, pues es su negación, su destrucción y contra él tendrá que empeñarse más y más en defensa de las clases explotadoras y su amo imperialista, mientras el pueblo, las masas, principalmente a la guerra campesina en marcha, pues, como dijera Lenin, el mismo hambre lo impulsa: “En Occidente, decenas de millones de personas padecen los tormentos del hambre. Es esto, precisamente, lo que hace inevitable la revolución social, pues la revolución social no surge de los programas, sino del hecho de que decenas de millones de personas dicen: `antes que vivir padeciendo hambre preferimos morir por la revolución’”.
Por tanto cabe preguntarse ¿qué implican las elecciones? ¿necesita el pueblo concurrir a las ánforas? ¿le conviene al pueblo votar? Viendo la propia experiencia peruana, ¿qué transformación revolucionaria ha conquistado el pueblo mediante votaciones electorales o en actividades parlamentarias?; toda conquista ha sido arrancada en los hechos por la lucha popular y es sobre sus resultados que se promulgaron las leyes que las reconocían, recortándolas desde el inicio o siguiendo luego un proceso para reducirlas o anularlas; el desarrollo de la legislación laboral es prueba suficiente. Y la conquista de derechos políticos ha sido igual. Claramente, todo esto al margen de la conquista del Poder, pues para un revolucionario aquél sólo se conquista por la violencia revolucionaria que en el Perú es simplemente lucha armada del campo a la ciudad. Pero preguntémonos, además, qué beneficios ha obtenido el pueblo realmente, en los hechos de la participación en la Asamblea Constituyente y en las elecciones generales del 80; de las primeras, servir simplemente a la tercera reestructuración del reaccionario Estado peruano en este siglo, con el resultado ya expuesto; en cuanto a las segundas, el surgimiento del gobierno de Belaúnde uno de los más vendepatrias de nuestra historia y que ha hundido al pueblo en el hambre y el genocidio más negros y cruentos.
Y, mucho más, vista la perspectiva, qué puede esperar el pueblo, las masas, de participar en las elecciones generales del 85; pues simple y concretamente ¡Votar es avalar el sistema social y elegir otro gobierno más hambreador y más genocida! Es servir a que el Estado terrateniente-burocrático renueve, según sus leyes y condiciones, sus autoridades que han de ejercer su dictadura de clase contra el pueblo en pro del mantenimiento del carácter semifeudal y semicolonial de la sociedad en cuyo seno se desarrolla el capitalismo burocrático, en beneficio de las clases dominantes y su amo principal el imperialismo yanqui. Votar es servir a la instauración de un gobierno más hambreador pues así lo determinan las necesidades y el carácter de clase del Estado del cual es parte. Votar es servir al establecimiento de un gobierno más genocida, pues así también lo determina la necesidad del Viejo Estado de defender su caduca sociedad frente al desarrollo de la lucha popular y principalmente ante el empuje de la lucha armada que con fusiles está destruyendo lo viejo y creando lo nuevo: las formas del Nuevo Poder, de la Nueva Sociedad sustentadas por el pueblo levantado en armas.
El pueblo no puede servir a sus explotadores y opresores, no puede ayudarles a resolver sus problemas, no puede avalar su sistema social, menos aún servir a elegir otro gobierno más hambreador y más genocida; pues ése no es su camino ni sirve a sus propios intereses. Lo único que cabe hoy es ¡NO VOTAR!; es la única respuesta verdaderamente popular ante las elecciones del Estado reaccionario, hambreador y genocida.
III. ¡GENERALIZAR LA GUERRA DE GUERRILLAS PARA CONQUISTAR EL PODER PARA EL PUEBLO!
El Partido Comunista del Perú, partido marxista-leninista-maoísta, partido comunista reconstituido combatiendo el revisionismo incluso internamente, partido de nuevo tipo para conquistar el Poder para el proletariado y el pueblo asumió su papel de aplicar la violencia revolucionaria iniciando la lucha armada el 17 de mayo de 1980; así la lucha de clases del proletariado y el pueblo peruanos han dado un salto en su largo proceso: la lucha política pasó a continuarse como guerra revolucionaria, tomando la forma principal de lucha, lucha armada y la forma principal de organización, la fuerza armada revolucionaria. De esta manera nuestro partido dejó atrás un lastre histórico de más de 50 años y superando un negro y podrido electorerismo impuesto a las masas, con dinamita y plomo comenzó a escribir la auténtica liberación popular, unido desde el inicio armado a las masas populares, principalmente campesinas, masas que siempre han sostenido las acciones más heroicas de la revolución peruana, y hoy más que nunca cuando la lucha armada ha concretado la centenaria esperanza en una hoguera inextinguible.
Como dice el P. Mao: “Cuando su existencia se ve amenazada, la clase explotadora emplea siempre la violencia. Desde que ella entrevé una revolución se esfuerza por aniquilarla por la violencia…; ella utiliza también la violencia para reprimir al pueblo revolucionario, desde el momento en que éste se lanza a tomar el Poder”; o como la segunda cita del comienzo: “Todos los reaccionarios intentan eliminar la revolución por la matanza…”.
Es siguiendo estas leyes como ha actuado el Estado peruano, el viejo Estado. Primero utilizó sus fuerzas policiales: GC, GR, PIP y sus cuerpos especiales: sinchis, los autotitulados “Llapan Atic”, Dircote, etc.; aplicaron sus consabidas persecuciones, torturas, prisiones y asesinatos con la brutalidad y crueldad que les es esencial; pasaron a sus patrullajes, allanamientos e incursiones en campo y ciudad, principalmente en aquél, sujetándose a la ley reaccionaria de “robar todo, quemar todo y matar a todos”. Estas fuerzas en lo máximo de su acción llegaron a montar tres operativos en enero y octubre del 81 y en marzo 82; operativos altamente propagandizados e inflados por la prensa y que pese a contar con dirección de las FFAA y su apoyo terminaron en estruendosos fracasos sufriendo humillantes derrotas en manos de las fuerzas armadas revolucionarias, como incluso lo reconoció hasta la propia prensa reaccionaria. Así las fuerzas policiales fueron usadas como carne de cañón y conejillos de indias por las propias contradicciones del campo reaccionario.
Las fuerzas armadas del Estado peruano pese al clamor que exigía su participación en la lucha antiguerrillera no ingresaran directamente hasta fines del 82, por la oposición de Belaúnde quien temía que los militares utilizaron su intervención para dar un golpe de Estado o irlo tomando parte por parte. Las FFAA ingresaron las 3 juntas: Ejército, Marina y Aviación, aunque las primeras como fuerza principal, a fin de ser corresponsables pues ninguna quiere cargar con el inevitable desprestigio que su labor contrarrevolucionaria acarrea. Pero las autollamadas “instituciones tutelares de la patria”, desde el comienzo actuaron utilizando mesnadas, (agrupación de gamonales, gamonalillos y sus secuaces), para camuflándose entre ellas, incluso vistiéndose de campesinos y guardias civiles, cometer atrocidades y matanzas buscando el vano objetivo de separarnos de las masas; innúmeras matanzas cobardes y arteras como las de Huambo, Huaychao, Iquicha, Sacsamarca, etc., entre ellas la de los periodistas; acciones todas aprobadas por el Consejo de Defensa Nacional con autorización y felicitación expresa del propio Belaúnde. Mas fracasados sus planes ante golpes contundentes de las fuerzas revolucionarias y por las necesidades electorales municipales de noviembre 83, las FFAA aplicaron la matanza generalizada y así en menos de dos meses aparecieron más de 800 bárbaramente asesinados en torno a la ciudad de Ayacucho, y empiezan las desapariciones, infames u oprobiosos asesinatos impunes.
Julio 84 implicó importantes medidas estatales, aunque no publicadas, lo cual es una violación más de su sistema legal; al Comando Conjunto se confirió el derecho de intervenir en cualquier parte del país o en todo él para combatir a las guerrillas, haciendo marchar a su decisión y petición comandos político-militares y zonas de emergencia; así el país queda a expensas del Comando Conjunto y el Ejecutivo extiende carta blanca a las FFAA para que la usen según su leal saber y entender. Esa es hoy la llamada democracia peruana. Es bajo estas autorizaciones que llevan adelante nuevos planes, aplicando arrasamientos previos y bajo amenaza de muerte concentrar a parte de masas por presión para simular una supuesta lucha entre campesinos, cuando en los hechos simple y llanamente es montar remedos de las “aldeas estratégicas” de Vietnam o de las más cercanas “organizaciones campesinas” formadas en Guatemala bajo asesoría yanqui. Se ha intensificado mucho y más ampliado la lucha, especialmente en el campo donde las FFAA tienen que enfrentar una verdadera guerra campesina dirigida por el Partido Comunista y pese al siniestro genocidio que llevan adelante sus necios planes de separar las guerrillas de las masas fracasan; de ahí que no pueden cantar victoria y recientemente el propio ministro de Guerra hable de necesidad de tiempo y paciencia para combatir a las guerrillas, de urgencia de mayores medios y de apoyo de todos los peruanos. Clara confesión de las dificultades que encuentran al combatir una lucha armada que sigue los principios de la guerra popular. Dificultades reaccionarias que se expresan hasta en las inquietudes del Papa quien, en Ayacucho, en ese mitin papal fundamentalmente de fuerzas represivas precedido por más de un mes de intensa persecución y redadas, luego de bendecir las armas asesinas, consagrar las fosas de la infamia, santificar la guerra contrarrevolucionaria bendiciendo a las fuerzas armadas y policiales genocidas, principalmente a sus sanguinarios jefes, exculpar y más aún apoyar al gobierno de Belaúnde llamándolo a aniquilarnos expeditivamente, en forma altisonante nos conmino a cambiar de camino, a dejar la revolución, en concreto a someternos al orden imperante, a traicionar al pueblo; conminación a la que sólo hemos dado inmediata, firme y cumplida respuesta el 4 de febrero con el gran apagón que oscureció completamente Lima y toda la región central del país.
¿Qué ha logrado la lucha armada en casi cinco años? El 80 puede definirse como el año del Inicio, el 81 y 82 como el comienzo del desarrollo de la guerra de guerrillas y de formación de los primeros Comités Populares, formas iniciales del Nuevo Poder, y de ahí hasta hoy la lucha se centra en restablecimientos-contrarrestablecimientos, esto es en la guerra contrarrevolucionaria por destruir el Nuevo Poder y la guerra revolucionaria por defenderlo, desarrollarlo y construirlo destruyendo poco a poco, pero cada vez más, el viejo Poder caduco y reaccionario. En estos casi cinco años hemos realizado más de 20 mil acciones (hasta comienzos del 85); el Partido ha multiplicado por muchas veces su militancia y tiene el prestigio que nunca tuvo, dentro y fuera del país; hemos construido un Ejército Guerrillero Popular de miles de combatientes; y lo más importante, se han formado cientos de Comités Populares, pugnamos por desarrollar las bases de apoyo y avanzar en la formación de la República Popular de Nueva Democracia, ha surgido, pues, el Nuevo Poder y se desarrolla ejerciendo verdaderas funciones estatales.
En síntesis, el Partido Comunista del Perú dirige una exitosa y creciente lucha armada según las normas del marxismo-leninismo-maoísmo, de la única y verdadera ideología comunista; lucha armada que se cumple en función de una revolución democrática, según la Nueva Democracia del P. Mao, apuntando a romper el dominio imperialista, destruir la subsistente propiedad terrateniente feudal y confiscar los medios del capitalismo burocrático; y sirve a la revolución mundial y recibe el apoyo del internacionalismo proletario, principalmente del Movimiento Revolucionario Internacionalista del cual nuestro Partido es integrante; y nos apoyamos en las masas del país que nos sustentan, principalmente el campesinado pobre; y no nos sujetamos ni sujetaremos a ninguna superpotencia ni potencia alguna pues servimos indeclinablemente a la revolución guiados por el marxismo-leninismo-maoísmo y el pensamiento guía que es la aplicación del marxismo a nuestra realidad. Y hoy, nuestra meta inmediata es ¡Generalizar la guerra de guerrillas para conquistar el Poder para el pueblo!.
¡VIVA LA LUCHA ARMADA! ¡NO VOTAR!
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERU!
¡VIVA EL PRESIDENTE GONZALO!
¡GLORIA AL MARXISMO-LENINISMO-MAOISMO!
Febrero, 1985
PCP-COMITE CENTRAL